Y sin embargo... el año tiene olor a recién nacido, de alguna manera, y las esperanzas se han renovado también, junto con las intenciones.
"Año nuevo, vida nueva". Qué utopía. Lo único que cambia abruptamente al pasar de un año al otro es el calendario que cuelga en la pared, y eso porque ya no sirve; lo demás, sigue su curso imperturbable.
Y sin embargo... hay euforia en los saludos, en los deseos de amor, paz, salud y prosperidad que intercambiamos con los amigos, parientes, vecinos, y con todo el que se nos cruza, porque para estas fechas hasta el más arisco se reblandece y le suelta un "feliz año nuevo" a esos mismos a los que normalmente les gruñe. Hay unas ganas más imperativas de mirar hacia el futuro con ilusión, como quien se compra un billete de lotería y sueña con todo lo que hará si se gana el premio mayor.
El primer día del año nunca es extraordinario; casi siempre pasa sin pena ni gloria, porque entre la modorra del feriado, que nos ataca a todos, y las consecuencias de los excesos que sufren algunos, no le podemos pedir gran cosa. Mañana, 2 de enero, y el 3, y el 4, los más rezagados seguirán saludando pero cada vez con menos énfasis, después del 6 desarmaremos el arbolito de Navidad y el pesebre... y de ahí en más, ya estaremos inmersos de lleno en el nuevo año, confundiéndonos al poner la fecha y volviendo a mirar la realidad con ojos maravillados, ingenuos, escépticos o apocalípticos.

Trabajemos juntos este 2013 para que aquello de "año nuevo, vida nueva" no sea una frase hecha, sino un compromiso con nosotros mismos, la familia, los amigos y la sociedad. No nos va a salir de un día para el otro, pero tenemos por delante 365 días completos para intentarlo...