viernes, 6 de junio de 2008

Los efectos terapéuticos del piropo

La semana pasada, o la anterior, se me ocurrió mandar uno de mis artículos de Peperina Exprés a EnPlenitud, una página de temas varios relacionados con la salud, la autoayuda, el humor, el turismo, y otros más, de la que suelo recibir un boletín en mi casilla de mails. No sólo lo publicaron (lo cual no es ninguna hazaña, porque publican todas las colaboraciones) sino que me escribieron, hasta el momento, tres mejicanos diciéndome que les había gustado mucho. ¡Oh maravilla!, me dije, ¡llegué hasta Méjico! ¡Albricias!

Ya sé que eso no quiere decir que yo sea popular como la Mastretta, o la Isabel Allende, pero me hizo feliz que me escribieran desde otro país. Ya sé que el texto salió en un espacio poco intelectual, pero salió, y es lo que de momento me importa: estar en alguna parte, además del blog, que la gente me lea, que me conozca. Estoy tan contenta con mis tres nuevos lectores, que acá va el artículo en cuestión:


Los efectos terapéuticos del piropomujeres piropos amor

Hace unos días caminaba rumiando mis pensamientos como quien mastica vidrio y buscando algo parecido a un centímetro de sombra, cuando al doblar una esquina me crucé con un hombre que me dijo un piropo. Primero desfruncí el ceño, que chirrió como una bisagra oxidada porque hacía un largo rato que lo tenía fruncido. Después estiré la espalda, sonreí, y dándome vuelta busqué al gentil caballero para darle las gracias, cosa que suelo hacer, indefectiblemente, cuando me dicen un piropo. Pero hete aquí que no lo había mirado, y si lo había mirado no lo había visto, y por lo tanto no pude identificarlo. Menos mal, porque de la gratitud hubiera sido capaz de abalanzarme sobre él, colgármele del cuello, hacer de cuenta que era Antonio Banderas y arrancarle la ropa a mordiscos en plena calle.
Con el ceño desfruncido y una sonrisa que llamaba la atención entre tantas caras largas, seguí mi camino meditando sobre los efectos terapéuticos del piropo y sus posibles aplicaciones contra el bajón psicofísico que está diezmando a los argentinos. Llegué a la conclusión de que, en el caso de las mujeres, este mal podría curarse de raíz con una dosis diaria de piropos, que nos ayudaría a recuperar la autoestima, nos levantaría las defensas y nos haría más resistentes a virus, bacterias, aumentos de precios, reducciones de salarios y otros males nacionales.
¡Y que sencillo sería! Cuando mucho, cada hombre debería decir por día unos diez piropos, y ni siquiera haría falta que fueran elaborados: un simple ¡DIOOSSSSA! dicho en tono admirativo, inclinando la cabeza y soplándolo cerca de la oreja de la bruja más horrible, obraría milagros.
Ni que hablar de esos dos clásicos cordobeses, el “MAMASSSA” y el “IEEEGUA” con que suelen castigar nuestros oídos los hombres de estos pagos, y que pasado el bochorno inicial, nos producen un pico de adrenalina que nos alcanzaría para brincar por los campos toda una tarde. Lo único indispensable es que todos los piropos fueran indiscriminados; esto es, dichos al voleo; no un tributo a la belleza sino más bien un acto de grandeza masculina, destinado a hacer brotar esa hermosura interior que, se supone, todas llevamos dentro.
Observen los resultados que se podrían obtener, según las dosis:
Con sólo un piropo diario, tendríamos la mirada más brillante durante el resto del día, el busto erguido por dos o tres horas y el andar majestuoso por varias cuadras.
Con dos piropos diarios tendríamos menos arrugas, soportaríamos las inclemencias del tiempo sin quejarnos, trabajaríamos cantando y volveríamos a casa con la energía necesaria para preparar la cena, postre incluido.
Con tres piropos diarios consumiríamos menos ansiolíticos y antidepresivos, gastaríamos menos en cosméticos, nuestro humor mejoraría notablemente y nos pondríamos mimosas cuatro noches por semana.
Con cinco piropos diarios dejarían de dolernos para siempre la cabeza y los ovarios, se nos borrarían las patas de gallo, se nos disolvería la celulitis y bajaríamos diez centímetros de cintura.
Y con una sobredosis de diez piropos diarios, seríamos capaces de levantarle la líbido de por vida hasta al más alicaído de los varones argentinos, lo cual ya es mucho decir. Rugiríamos como leonas, caminaríamos como panteras, tendríamos piel de pétalo, transpiraríamos con olor a sándalo y nuestro aliento sería fresco y perfumando como si masticáramos menta por toneladas. Nos convertiríamos en verdaderas mujeres maravilla, de esas que revolean camiones por los aires y destripan malhechores sin que se les despeine el flequillo ni se les corra el maquillaje, y todavía nos quedarían energías para bailar todas las noches la danza de los siete velos, como preludio a lo que vendría después.
Piensen, muchachos, piensen… con la mínima inversión de unos pocos minutos diarios y algunas palabras floridas dichas al azar, todos podrían tener esposas, amantes, novias, madres, hermanas, amigas e hijas maravillosas, alegres, sumisas y querendonas. Y por si esto fuera poco, piensen en los beneficios para el bolsillo masculino: si todas las mujeres recibiéramos nuestra dosis de piropos, no habría más compradoras compulsivas, ni sicoanalizadas crónicas, ni maniáticas de la limpieza, ni hipocondríacas. Las familias argentinas ahorrarían miles de pesos que podrían invertir luego en vacaciones, arreglos y reformas en la casa…
En fin, ¡si no me creen, hagan la prueba! Lo más que puede pasar es que algunas celosas se pongan locas, pero al hacer tan felices al resto de las mujeres, eso no cuenta. Además, ellas también recibirían sus dosis diarias así que andarían mansitas.
Señores, háganme caso, porque lo digo por experiencia: las puertas que abre un piropo en el corazón de la mujer, rara vez se cierran. Bombones, flores, diamantes, son bienvenidos, también. Pero un piropo… les juro que nos desarma, y que hasta la más arisca, aunque por fuera se haga la recia, al escuchar un “requiebro” siente cosquillas en el estómago y cascabeles en el alma.

11 comentarios:

  1. Apreciada Señora Fernandez, Por este medio deseo saludarle y a la vez sirvan mis lineas para disculparme por la publicacion de su tema sobre el piropo.
    Ya hice la correccion de lugar y de paso la felicito por sus logros y la elocuencia con que escribe.

    El tema me lo envió una colaboradora en octubre del 2005, y me pareció interesante. Nunca supe la fuente ni la procedencia. Asi es, que gracias por la aclaracion.
    Sin mas por el momento, Su servidor: Francisco Arvelo. (Farvelo)

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  2. Además de escribir bien... sos una MAMASSSSAAAA! ;)

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  3. Hola Graciela:
    Hace tiempo que me gusta leer lo que yo personalmente no se hacer. Porque y lo creo firmemente es un don divino el escribir lo que uno se imagina. No es facil pensar y escribir. Lo peor de todo tener en la cabeza varios idiomas y querer expresarlo con la fuerza gramatical como lo hace una exelente escritora que busca su porvenir. Soy una persona que cree en milagros, se que no te es facil, pero ... no te rindas antes de recibir tu milagro: el ser reconocida como novelista, escritora. ¿Cual es tu sueño intenso?. Da-vid desde lo último de la tierra te dice: No hay nada que te sea imposible, ya sos un milagro. Hasta la proxima, creo en tu don usalo para levantar las almas perdidas, ah un consejo Harry, es interesante pero prefiero el mundo de la realidad la de Favarolo, que lo dió todo, por muchos y hoy viven, les devolvió a muchos la esperanza, aunque no supo esperar, ¿me entendes?. La vida es adrenalina que te mata o te levanta.
    Thomas Alva Edison lo intento 9999 veces y en la diez mil resulto se le prendió la lamparita. Le preguntaron si sentía fracasado por todos los intentos hechos a lo cual respondió : "Para nada ahora se que existe otra forma de lograrlo y dejar atras el error y buscar otra alternativa".

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  4. Hola Graciela:

    Me ha gustado mucho tu post, y estoy totalmente de acuerdo con su contenido, es una bonita, sana e ingeniosa costumbre que se ha ido perdiendo, yo soy andaluz, y allí era todo un culto hace años..., ahora casi no se oye uno, siempre que sean educados y graciosos estoy totalmente de acuerdo que tienen su efecto subidon y son agradables, sin dejar de reconocer que alguno de los digamos "groseros" tienen también su gracia tomandolos por el lado del ingenio y el humor.

    Te envío un abrazo cariñoso

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  5. Hola Graciela,,

    Definitivamente voy a seguir tus consejos, y colaborar con esa dosis de Piropos diarios, que puede recibir una mujer y el efecto que les causa,,

    Y tal como lo dices:

    "Señores, háganme caso, porque lo digo por experiencia: las puertas que abre un piropo en el corazón de la mujer, rara vez se cierran."

    Y mas que tu misma lo has comprobado,,,

    Saludos

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  6. Hola..

    Es realmente increible lo que un halago puede hacer en nuestr auto estima. Nos da vitalidad, ganas de vivir y obviamente todo esto se ve reflejado en nuestra actitud y nuestras relaciones corrientes y diarias.

    Excelente articulo.

    Un abrazo

    Ricardo

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  7. jajaja Graciela, que buenísima reflexión, desde luego podrías ser una gran terapeuta. Se nos ha olvidado que con lo más sencillo sustituimos muchos fármacos que nos hacen ser dependientes y más infelices.
    Gracias, guapisima, inteligente y graciosa Graciela, me ha encantado este post sobre piropos!!!

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  8. Muy interesante tu entrada, increíble como los piropos pueden causar tantas sensaciones... saludos.

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  9. Es agradable leer que a una mujer le gusta recibir un piropo, ya que cada vez hay más que se quejan de ellos, y hablo de los que son un cumplido, como "diosa", "hermosa", "qué lindas piernas", etc.
    El piropo halaga a una mujer, como la sonrisa de ésta halaga al hombre. Es un intercambio en el que los dos ganamos.

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  10. Y a mí me encanta ese intercambio, que además es inocente y nos deja a todos felices y contentos... Gracias por tu comentario, Luciano, date una vueltita por el resto del blog que seguramente encontrarás otros artículos que te parezcan interesantes.

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  11. Es la estupidez más grande que escuché en mi vida!!! Se ve que perteneces a un sistema patriarcal!!!

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Me interesa tu opinión; es la mejor manera de saber que alguien me lee...