jueves, 10 de septiembre de 2009

Mis queridos lectores

lectores escritores literatura
En estos días reflotaron en internet, desde www.enplenitud.com, un artículo mío que publicaron hace un buen tiempo y que también está aquí en el blog: “Los efectos terapéuticos del piropo”.

Me enteré de casualidad por los mails de lectores que me hicieron llegar su opinión, y como cada vez que alguien me escribe para comentar un texto mío, volví a sentir la felicidad de saber que las botellas arrojadas al mar a veces llegan a destino.

Y cómo llegan, y qué bien se entiende el mensaje. Fíjense lo que opinan los muchachos (va por estricto orden de aparición):

Jairo, desde Nicaragua: “...Siempre he pensado lo mismo y por ello siempre expreso los mejor de mis pensamientos a las féminas de mi vida”.

Alfredo, desde Guatemala: “...Déjeme contarle que es muy interesante lo que dice sobre los piropos, en sicología es darle vida a la otra persona, es decirle que existe”.

Rodrigo, desde Méjico: “...Comparto tu idea, yo soy un hombre que suelo piropear a las chicas, y tienes mucha razón: un buen piropo te abre las puertas a conocer a una excelente chica”.

Matías, también desde Méjico, arranca diciéndome “Mamacita, que bello escribes” y después, en sucesivos mails, me cuenta que es de Querétaro, una ciudad muy bonita y limpia, y que por esos pagos suelen decir este piropo, que me pareció muy original: "¡Estás como Querétaro, mamacita!". La frase tiene dos significados: Como piropo: "Estás como yo quiero". Como albur: "Eres vieja y colonial, como la ciudad de Querétaro". Y aclara, por si las moscas, refiriéndose a mí: “Desde luego la acepción que le di es la primera”. ¡Bien por Matías!

Walter, desde El Salvador, me trata de piba porque sabe que “...algo así les dicen a las chicas en Argentina”, y confiesa que “...Me gustó la forma en que abordaste el tema de los piropos. No soy muy piropero que se diga, pero desde la óptica que lo planteas es interesante y gracioso a la vez. La verdad que la autoestima es bueno alimentarla día con día y si como decís, se logra a través de un piropo, entonces, manos a la obra”. Y al final de su mail se despacha con tres piropos al mejor estilo Jardín Florido, pero más actuales. (Jardín Florido fue un gran piropeador cordobés, ya les contaré más sobre él).

Alejo, un especialista en la materia, se explaya desde España: “Efectivamente llevas mucha razón en lo que dices y buena prueba de ello es lo bien que se conserva mi amada esposa a quien prodigo diariamente piropos en todos los tonos que podamos imaginar: suaves, templados, calientes, ardientes... Los recibe de buen agrado y se conserva de maravilla y seguirá conservándose de maravilla porque cada día me tiene más enamorado. Es más, incluso a mis compañeras de trabajo suelo comentarles lo bien que les puede sentar una falda ó blusa, o corte de pelo... Observo el efecto que el comentario tiene sobre sus estados anímicos y lo reciben de buen agrado, trabajando incluso más a gusto. Muy importante, hay que saber mantener las distancias "afectivas" vaya a ser que se confundan las emociones y los sentimientos cuando lo que se pretende es realzar la gracia ó el salero ó el buen gusto ó buen parecer de una persona”.

Y Guillermo, el único argentino, se suma desde Buenos Aires: “Me pareció muy sentida tu apreciación sobre los piropos masculinos, a la vez que la comparto y acuerdo contigo que los hombres hemos dejado de piropear a nuestras mujeres. Ahora bien, si es cierto como decís en la nota, el sentimiento que este hecho produce en las mujeres, sería importante recomenzar a practicarlo... Por mi parte, con personas del ámbito laboral bien, piropos tiernos y lindos, a veces son mal interpretados por muchas mujeres jóvenes, pero bue... las más grandes lo toman de mucho mejor modo. Lo que me hizo dejar de piropear a mujeres desconocidas en la calle, por ej., fue la ingratitud con que muchas veces eran devueltos los mismos, a veces con desprecio... De todas formas a veces en imprescindible decirle algo a alguna diosa que lo merezca en cualquier lado, y eso hace que valga la pena continuar piropeando”.

Jairo, desde República Dominicana, me cuenta que el artículo le gustó mucho y agrega que se ha prometido ponerlo en práctica con su esposa “...para poder ser beneficiado con todos los efectos que usted describe se pueden obtener al aplicarlos; le comento que pertenezco a un grupo de parejas acá en Republica Dominicana y siempre será bueno encontrar temas como estos que contribuyan al fortalecimiento de las relaciones de parejas y como no, familiares”. Y me pide que cada vez que publique un artículo le avise, para que él pueda compartirlo con su grupo.

Y Fidel reflexiona desde El Salvador: “Leí tu artículo sobre los piropos…que mentes más pequeñas las nuestras. Después de un divorcio te das cuenta de cuántas cosas dejaste de hacer y lo peor es que otro las hace en tu lugar; esto es como todo en la vida, las oportunidades nunca se pierden, sencillamente alguien más la toma. Bien dicen que a los hombres se les llega por el estómago y la vista, mientras que a la mujer se le llega por el oído...” Fíjense en el piropo que le dijo a una amiga, que cuando lo escuchó se rió a sus anchas: “Estás como la crisis… IMPARABLE!!!!” Según él no estuvo muy ingenioso, pero a mí me pareció de lo más creativo. En otro mail, Fidel me cuenta: “Es curioso que un hombre lea artículos para mujeres, pero es la única forma de enterarme que es lo que pasa por sus cabezas… es un deber, más con una hija preadolescente”.

No sé a ustedes, pero a mí las opiniones de lectores (de cualquier lector, no sólo los míos) me hacen pensar en cosas que van mucho más allá del comentario en sí mismo. Me hacen pensar, por ejemplo, en todo lo que nos une, en las afinidades que tenemos en materia de afectos, de costumbres, de valores, de creencias, en lo universal de nuestra “humanidad”, nuestra condición de humanos, que no sabe (o no debería saber) de fronteras ni credos. Me hace pensar que tenemos muchas más afinidades que diferencias, y que si tuviéramos esto en cuenta y comenzáramos a mirar al otro como a un igual, el mundo andaría distinto. Me hace pensar en una verdadera hermandad, una hermandad plagada de matices individuales, regionales, plagada de palabras distintas en su forma pero que dicen lo mismo.

Vuelvo a leer los mails de “mis muchachos” y me siento feliz de que todavía queden hombres sensibles, dispuestos a sacar de nosotras lo mejor usando esa herramienta infalible y económica que está al alcance de todos: el piropo, la palabra gentil dicha en el momento menos pensado, que nos toma por sorpresa y nos hace sonreír y sentirnos especiales.

En estos varones, cuyas opiniones me tomé la licencia de incluir acá, va mi agradecimiento a quienes en los últimos años me han escrito para comentar mis textos, y a los que me seguirán escribiendo.

Gracias a cada lector, conocido o desconocido, por dejarse emocionar, por tomarse un ratito para pensar o reírse conmigo. Gracias por darme la oportunidad de sentirme útil, de sentir que lo que escribo sirve y es bienvenido. Gracias por darme alas para seguir volando.
Gracias.

2 comentarios:

  1. Gracias también a vos, Graciela, por ser como sos y escribir como escribís. El único reproche que te haría es que te prodigás poco. Y el mejor piropo que puedo hacerte es decirte que estás... pues como Querétaro. Ándele nomás.

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  2. Hola Graciela. Entro a mi correo personal y veo que estás ahí, avisandome de algo. Vengo a tu blog y ¡sorpresa! Haces mención de algunos de los que te escribimos y soy uno de los elegidos en la Entrada.
    Gracias a vos, por tu forma natural de ser. Por ser como esas frutas que se caen de tan buenas que están...

    Y sabes, lo mejor de todo es que sos argentina y yo la verdad es que soy un admirador empedernido de tu país...

    Cuidate bonita y seguimos en contacto...

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Me interesa tu opinión; es la mejor manera de saber que alguien me lee...