martes, 14 de febrero de 2012

Autocorrección: leer como un lector

Seguimos desarrollando los "7 trucos para autocorregir y revisar un texto". Vamos con el segundo: 

Lee tu texto como un lector 

Cuando lees un libro ajeno, no tienes ni la menor idea de lo que vendrá en la próxima frase o en la próxima página y si el autor no ha sido claro, o no ha sabido resolver situaciones de la trama, sentirás que hay huecos, que hay cosas que no entiendes. Esto es lo que tienes que aprender a detectar en tus propios textos, y para eso es indispensable que te tomes el trabajo de leerlo como lector olvidándote de que eres el autor.
¿Por qué es necesario esto? Porque los autores tenemos el libro, o el texto, en la cabeza, sabemos cómo son los personajes, dónde están, qué hacen, o sabemos exactamente qué queremos decir. Y justamente porque lo sabemos tan bien, porque tenemos la imagen mental de todo, es que al escribir se nos pueden escapar detalles que el lector necesita para entender lo que está leyendo.
Tomemos como ejemplo una escena cualquiera de una novela. El primer paso ya lo has dado: imaginarla. Sabes dónde transcurre, quiénes están en ese lugar, de qué están hablando, cómo están vestidos, qué comen, si están alegres o tristes, etc. Pues bien: todo eso que imaginas tienes que trasladarlo al papel de manera que el lector pueda a su vez visualizar esa misma escena, optimizando la información que das para que el resultado final no sea un mamarracho... y tratando de no extenderte demasiado para no cansarlo.

La primera forma que tienes de verificar esto es poniéndote en los zapatos del lector, para imaginar la escena con los elementos que tú mismo le has dado. Si lo que ves no es lo que tenías en mente, entonces tendrás que hacer retoques.
Este mismo concepto se aplica a los textos que no son literarios: el lector los tiene que entender sin cansarse, sin tener que volver atrás, sin agobiarse ante un lenguaje que le resulta desconocido o demasiado técnico para él.

Para que esta lectura "como lector" sea más efectiva, te sugiero que te hagas preguntas y apuntes todas las respuestas.
¿Entiendes lo que lees?
¿El lenguaje es adecuado para el tipo de lector que tendrá el texto?
¿Hay algún fragmento que te parezca poco creíble, que no te convenza, que sea desabrido?
¿Consigues identificar y diferenciar a los personajes por su aspecto físico, sus cualidades, su manera de hablar?
Presta mucha atención a los diálogos, si los hay. El autor sabe quién habla y quién responde, pero si el diálogo no está correctamente marcado (guiones, o comillas, o algo que separe un parlamento del otro) al lector se la hará un lío.

Apunta todo, y luego analízalo desde tu óptica de autor para ver qué puedes hacer con lo negativo que has encontrado como lector.

La prueba de fuego, la lectura hecha por un verdadero lector, la dejamos para la próxima nota.


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2 comentarios:

  1. Que difícil debe ser para un profano como yo en esas cosas. También me pregunto, para un Latino, en tu caso argentina, la ortografía de las "Ss" "Zs" y "Cs" debe ser complicado no ?, como lo hacéis para tratar de cometer los menos errores posibles ?. El otro día oía en RNE (el sábado por la mañana) , un programa cultural fantástico y hablaban los traductores de libros, nunca había pensado que podía ser tan complicado hacerlo bien, creía que con ser bilingüe realmente bastaba, pero ni parecido, incluso contaban casos en los cuales la traducción era mejor que el original.

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  2. La traducción es todo un arte, Juan. Yo no soy traductora, soy correctora, pero te puedo asegurar con que ser bilingüe no basta porque no se trata de traducir textual, palabra por palabra, sino de mantener el sentido del texto. Un buen traductor, al igual que un corrector, puede mejorar el original. Imagínate una novela traducida del francés al castellano por Julio Cortázar, por ejemplo... Muchos escritores se han ganado la vida como traductores, y han hecho excelentes trabajos.

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Me interesa tu opinión; es la mejor manera de saber que alguien me lee...